Pruebas
Diagnósticas

A partir de los 30 años, se recomienda realizar un chequeo anual con un internista, incluso si no presentas ninguna enfermedad conocida. Además, debes acudir si experimentas síntomas como mareos, visión borrosa, pérdida o aumento de peso, sed excesiva, orina frecuente, dolores de cabeza persistentes o si tienes una enfermedad crónica diagnosticada que requiera seguimiento.

Si presentas síntomas como pérdida de peso sin motivo aparente, aumento en la frecuencia urinaria, hambre excesiva o sed constante, podrías estar frente a señales de diabetes mellitus. Otros síntomas que deben alertarte incluyen mareos, dolores de cabeza persistentes o visión borrosa. Si experimentas alguno de estos, es fundamental que consultes a un médico para una evaluación adecuada.

 Si notas cambios significativos en tu peso, como: Pérdida de peso sin hacer cambios en tu dieta o actividad física, especialmente si es rápida o acompañada de síntomas como fatiga, sed excesiva, orina frecuente o mareos, si ganas peso de forma repentina o constante sin una causa clara, como cambios en hábitos alimenticios o sedentarismo, si el cambio de peso viene acompañado de síntomas como dolores de cabeza, visión borrosa, cansancio extremo o cualquier malestar persistente, si tienes condiciones como diabetes, hipotiroidismo u otras enfermedades que puedan afectar tu peso, si tienes no sientes comodidad con tu ropa, sientes inflamación o problemas de movilidad por peso es importante un seguimiento regular.

El diagnóstico de la diabetes se realiza mediante pruebas médicas que evalúan los niveles de glucosa en sangre. Los métodos principales para diagnosticar la diabetes: Glucosa en ayunas, Prueba de hemoglobina A1c (HbA1c), Prueba de tolerancia a la glucosa oral, Glucosa plasmática aleatoria, Si hay antecedentes familiares de diabetes, obesidad, hipertensión o síntomas sospechosos, el médico puede recomendar estas pruebas incluso sin síntomas evidentes.

La hipertensión suele ser silenciosa, pero algunos pueden notar: dolor de cabeza persistente, especialmente en la nuca, mareos o vértigo, visión borrosa, dolor torácico o dificultad para respirar, sangrado nasal. Si tienes factores de riesgo aumentan la probabilidad de hipertensión como:  edad (mayor riesgo después de los 40, antecedentes familiares de hipertensión. Obesidad o sobrepeso, sedentarismo. Dieta alta en sal o baja en potasio, consumo excesivo de alcohol o tabaco, estrés crónico, condiciones como diabetes o enfermedad renal.